viernes, 24 de agosto de 2012

Embarazo consciente: Necesidad de trabajar y liberarse de los condicionantes para no trasmitírselos al bebé uterino.

A lo largo de mi carrera profesional he podido comprobar con la ayuda de las técnicas regresivas cómo la mayoría de mis pacientes fraguaron sus patrones de conducta ya desde la temprana etapa uterina.
Uno de los casos más significativos que he tenido hasta el momento es el de una mujer marcadamente hipocondríaca, adicta a todo tipo de medicamentos (alopáticos y homeopáticos), adicta a la comida (tenía dos frigoríficos en su casa aunque vivía a cinco minutos de cuatro supermercados diferentes) y de un sobrepeso cuasi mórbido.
¿De donde venían todos esos patrones tan dañinos?
Cuando llegamos a la génesis de los problemas emocionales de esta paciente, averiguamos el porqué del comportamiento adulto de ese bebé uterino cuya madre había perdido a su ser más querido cuando la llevaba en su vientre y que pasó un embarazo triste, deprimida, apagada, en el que se olvidaba de comer casi a diario y en el que ni siquiera se acordaba de la vida que llevaba en sus entrañas. Esta pequeña, se pasó su etapa uterina escondiéndose para no molestar a su madre y bajo un estado de ansiedad continua temiendo la muerte por falta de alimentación.
Como este caso puedo contar muchos más, pues, por desgracia, y si me permiten tomarme la licencia de parafrasear a Alfred Tomatis, para muchas personas la estancia en el útero no son Nueve meses en el Paraíso.
Tras mucho reflexionar sobre lo que sufrían mis pacientes en la etapa uterina, decidí que la solución estaba en prevenir e intentar atajar los traumas de las personas antes de que se produjeran ¿Cómo? Trabajando con las mujeres antes del embarazo o, si no ha podido ser antes, durante el embarazo para que se liberaran de sus condicionamientos y no los transmitieran a sus bebés.
Sobre el papel parece fácil, pero en realidad es un trabajo complejo, duro y un acto de valentía por parte de las mujeres que llegan hasta el final y logran liberarse, formar patrones de conducta positivos y retomar la vida desde una nueva perspectiva.

El verdadero quid de la cuestión está en realizar una profunda introspección e ir limpiando paso a paso el inconsciente de todos esos comportamientos dañinos (muchas veces heredados) que arrastramos con nosotros y proyectamos en nuestro día a día. Si logramos deshacer esos nudos emocionales, durante la etapa del embarazo, la mujer, al estar liberada, podrá relacionarse con su bebé de forma positiva y limpia, sin condicionamientos que los marquen a los dos con miedo, tensión, ansiedad, estrés y dolor.
La seguridad en sí misma y la confianza en su naturaleza de mujer y embarazada, también ayudarán a que el embarazo sea llevado de forma consciente y sin intromisiones externas. La mujer decide por ella y su bebé, se informa, busca la mejor opción, la más sana, la más respetuosa hacia la futura salud mental y física de su bebé y por supuesto, de ella misma.
Pero, además, y este hecho es de una importancia fundamental, la mujer que se haya trabajado eficazmente antes de su parto y que haya logrado sacar a la luz su verdadera personalidad, esté segura de sí misma y satisfecha con su forma de ser, comprobará como al afrontar su trabajo de parto sin miedos, su instinto actuará de forma más eficaz, eliminando de un plumazo gran parte de la tensión, el miedo y  los temores.
Así mismo, para el bebé el efecto será el mismo. La transición de la vida uterina a la vida terrestre será mucho más fácil y agradable si nace de una madre relajada, consciente de su valor y de su capacidad para parir y conectada con él durante todo el proceso, que si nace de una madre en tensión, presa del pánico y sin la capacidad de decidir lo mejor para ella y su hijo.
También quiero resaltar el hecho que no es lo mismo trabajar antes del embarazo que mientras la mujer está embarazada. En este segundo caso, nunca deberemos olvidar que el bebé está presente en todo el proceso y que tenemos que actuar de la forma más delicada posible para evitarle cualquier tipo de emoción negativa.
Además, hay que fomentar durante todo el tiempo del embarazo una vinculación emocional positiva y el apego entre madre-bebé a través de relajaciones, meditaciones, visualizaciones guiadas, el canto, la charla habitual con su hijo (contarle los hechos del día a día, explicarle cuando haya algo negativo que no es culpa suya, etc), los cuentos, el tacto, la alimentación sana y natural, y en definitiva intentar minimizar los impactos emocionales negativos para el bebé.
Para concluir, quiero volver a repetir una idea que considero que toda mujer que quiera convertirse en madre debería tener muy presente: una madre confiada, relajada, seguro de sí misma y liberada de las cargas inconscientes de su pasado, le regalará a su bebé uterino el mejor de los dones: una salud emocional (y por consiguiente física) positiva y equilibrada.
Texto: Ramón Soler
Foto: Fickr /
Hafdis

Fuente: mentelibre.es

viernes, 17 de agosto de 2012

El número áureo, descubierto en el útero.

Un ginecólogo belga encuentra por primera vez la «divina proporción» en las entrañas de las mujeres que están en su edad más fértil

El número áureo, descubierto en el útero
 
1,618. Ese es el número áureo o relación dorada, una proporción de las cosas descubierta en la antigüedad a la que se le atribuye un carácter estético y que puede encontrarse no solo en el mundo del arte, sino también en la naturaleza. Y resulta que también en el útero de las mujeres. El ginecólogo Jasper Vergtus, de la Universidad de Leuven en Bélgica, asegura que existe una relación entre ese número considerado por algunos casi místico y el sexo femenino. El investigador sugiere que cuando las mujeres son más fértiles, entre los 16 y los 20 años, las dimensiones del útero se acercan a 1,6, una aproximación muy cercana al número áureo, según publica el diario británico The Guardian en su edición online.
El número áureo -a menudo llamado número dorado, razón áurea, razón dorada, proporción áurea o divina proporción- fue formulado por primera vez por Euclides, unos tres siglos antes de Cristo, como un número irracional y con infinitos decimales, cuyo su valor aproximado es 1,6180339887498... Casi 2000 años más tarde Alberto Durero describía cómo trazar con regla y compás la espiral basada en la sección áurea. Unas décadas después, el astrónomo Johannes Kepler desarrolló su modelo del Sistema Solar, en el que tenía en cuenta estas proporciones mágicas.
El número áureo también está «emparentado» con la serie de Fibonacci. Si llamamos Fn al enésimo número de Fibonacci y Fn+1 al siguiente, podemos ver que a medida que n se hace más grande, la razón entre Fn+1 y Fn oscila, siendo alternativamente menor y mayor que la razón áurea. Esto se relaciona de una forma muy especial con la naturaleza, por ejemplo, con la disposición de los pétalos de las flores.

De Da Vinci a las entrañas

La divina proporción ha sido empleada hasta la saciedad en el arte -buen ejemplo de ello es el magnífico Hombre de Vitruvio de Leonardo Da Vinci- pero se encuentra en los lugares más dispares de la naturaleza. Según The Guardian, el doctor Verguts ha medido los úteros de 5.000 mujeres utilizando ultrasonidos y ha dibujado una tabla con las proporciones según la longitud y la anchura para las diferentes franjas de edad. El número resultante es 2 tras el nacimiento y decrece a 1,46 cuando la mujer envejece. Lo más sorprendente es que cuando las mujeres están en su etapa más fértil, entre los 16 y los 20 años, las dimensiones del útero son de 1,6, una estupenda aproximación al número áureo. Es la primera vez que alguien se ha dado cuenta.
Probablemente, el asunto tiene un escaso valor científico o médico, pero resulta más que curioso que este número presente en el arte, la arquitectura y la naturaleza -hasta en los cuasicristales del último Nobel de Química- aparezca también en las entrañas femeninas. Ya sabemos lo que el Partenón, una tarjeta de crédito, el rostro de la Mona Lisa y un útero tienen en común. Y todas, de una u otra forma, son cosas atractivas.

fuente. www.abc.es

lunes, 13 de agosto de 2012

Las Doulas también nos empoderamos.

La DOULA en un parto es bien útil, en eso estamos de acuerdo. Tenemos estudios que lo avalan. Pero ¿de quién es el poder? El problema más difícil de resolver es el poder de la parturienta.

Es cierto que el sistema hospitalario es como un monstruo que nos absorbe tanto a las doulas y mucho más a las parturientas... porque somos muy vulnerables en el momento de parir, la situación nos obliga a "soportar" lo que el médico decide y hace, porque él sabe más que nadie... sin embargo y aquí les lanzo algo con lo que quizá no se van a sentir cómodas pero que pienso puede ser útil para discutir y reflexionar:

¿Porqué las mujeres permitimos que eso ocurra y siga ocurriendo?
¿No se tratará de un problema de auto-estima, que no tenemos la fuerza suficiente ni los ovarios para protestar masivamente por esas injusticias?
¿No será que el rol de víctimas lo tenemos tan internalizado que seguimos permitiendo que decidan por nosotras, por nuestro cuerpo y por nuestros bebés?
¿Cuándo tomaremos la decisión de ser más enfáticas, más decididas…?

Nos enseñaron a ser sumisas, a soportar, a "ser buenitas", porque si no sobre nosotras caía el peso de la rabia, la violencia del hombre. Yo me pregunto ¿hasta cuándo lo vamos a permitir? Somos quienes llevamos al bebé en la panza por nueve meses, somos las que parimos y cargamos con las cicatrices, somos las que amamantamos hasta el cansancio, somos las que todos los meses vemos nuestra ropa interior con el miedo de estar embarazadas, de que no nos venga la menstruación... entonces ¿será posible comenzar a ser más radicales con el patriarcado? ¿Será posible tomar el poder de nuestros ciclos en nuestras manos nuevamente?

¿Qué lograron nuestras hermanas feministas? ¿Cuánto lucharon ellas? ¿Cuánto estamos dispuestas a seguir siendo testigas silenciosas de abusos, de cesáreas innecesarias, de sistemas ineficientes que nos separan de nuestros bebés al nacer, de palabras groseras, de gestos que disminuyen la confianza en nuestro propio cuerpo y sabiduría?  


¿Y en cuánto a recibir remuneración? Por supuesto que nuestro trabajo debe ser reconocido económicamente. Pero también es cierto que hemos trabajado tantas veces sin honorarios, no somos comerciantes de la salud, nuestro trabajo como doulas y comadronas conscientes es muy grande, va más allá del dinero, del sistema capitalista, nuestra misión es crear CONSCIENCIA, retornar el poder a la mujer, recordarle que ella es quien tiene en su cuerpo la memoria celular del parto y del amamantamiento, sanar nuestras relaciones entre nosotras mismas porque es la sed de poder las que nos pone una contra las otras, en el pasado remoto, en el momento del parto las mujeres se unían todas para acompañar a la madre, porque sabían los riesgos a los que se enfrentaban (la muerte), no creo que comadronas y doulas no estaban unidas haciendo su trabajo, cada quien tenía claro su rol, aunque no nos llamábamos doulas, siempre en el parto acompañaban las madres, las tías, o las que ya habían parido para ayudar.


Creo que tenemos que tomar acciones más asertivas, debemos trabajar aún más por lo que sentimos y sabemos es lo más lógico. Debemos invocar nuestras diosas internas, a nuestras Artemisas para hacer escuchar nuestras voces y activar más acciones, nuestras Ateneas para establecer estrategias de guerra, nuestras Deméter y Perséfone para recordar la dulzura y la calidez de la maternidad...

La ciencia ya lo ha demostrado , ya hay estudios, testimonios, evidencias científicas, pero no ha sido suficiente, porque al sistema le conviene seguir mal-funcionando, entonces ¿qué debemos hacer?

¿Será que tenemos que crear nuestro propio sistema de salud? Casas de parto llevadas por comadronas, doulas, médicos y enfermeras ganados a la humanización del nacimiento... etc? En Centro-América las parteras lo hacen, en México, en Sur-América. Mujeres que viven en zonas rurales, alejadas de la academia, de las facultades de medicina, actúan por la sencilla razón de que son conocimientos heredados de varias generaciones, de que las parturientas no tienen acceso al sistema hospitalario, no hay transporte, están aisladas y alejadas de las ciudades. Y atienden partos en casa, dando consejo no sólo acerca del parto sino de crianza, lactancia natural, remedios naturales accesibles, planificación familiar, son sabias mujeres que actúan por vocación de servicio, por respeto y solidaridad hacia sus semejantes.

Somos muchas y muchos en el mundo y cada día descubrimos más gente que aboga por la humanización del nacimiento, porque hemos hecho consciencia de que debemos actuar, de que se nos está acabando el tiempo, es un problema que tiene que ver en términos más amplios con la sanación de nuestra relación con la MADRE TIERRA, a la que estamos explotando sin consideración, violentando desde sus seres más vulnerables, los animales, la naturaleza y nosotros mismos los humanos que tenemos ciencia, tecnología, herramientas pero que nos hemos olvidado de sentir y no hemos podido encontrar equilibrio y armonía... a pesar de tanto adelanto.
Generamos más violencia y aislamiento con la tecnología cuando una máquina sustituye el contacto piel con piel tan necesaria para sanar un enfermo,  generamos más gastos energéticos cuando una incubadora debe calentar a un bebé y su madre permanece adormilada a pocos metros porque debe descansar después del parto.


Sanar nuestra relación con nosotras mismas es sanar con nuestras madres quienes salieron a la calle a trabajar y nos dejaron en manos de otras personas, y olvidaron cómo es amamantar, cómo es cargar un bebé todo el tiempo (crearon el concepto de que se malcría a un niño o niña si está mucho tiempo en contacto con la mamá, por su propia comodidad y su necesidad de libertad). Es también sanar relaciones competitivas, egoístas, destructoras entre nosotras mismas. Quienes ejercen la violencia en el parto muchas veces son doctoras, enfermeras, pediatras…

Quienes queremos humanizar el nacimiento debemos empoderarnos también, debemos luchar contra el mensaje de que “no podemos”, de que necesitamos a un doctor que nos dé el status, de que el sistema nos va a dar el espacio. Debemos tomarlo y punto, no desde la lucha, sino desde la profunda convicción de que queremos una humanidad más pacífica, amorosa y equilibrada.

Hay que educar, hacer un trabajo de hormigas educando a las mujeres y a los hombres también, a los niños y niñas desde que son pequeñas, las adolescentes.

Lic. Isabella Polito de Lares
Doula. Educadora Prenatal. Terapeuta Corporal

jueves, 9 de agosto de 2012

Trabajar al final del embarazo es tan perjudicial como el tabaco

Seguir trabajando pasado el octavo mes de gestación puede ser tan perjudicial para el bebé como el tabaco; según un reciente estudio, que alerta de que los bebés de las madres trabajadoras tienen menos peso al nacer.
Concretamente, según se recoge en un número reciente de la revista 'Journal of Labour Economics' que publica la Universidad de Chicago (EEUU), las mujeres que siguieron en activo durante el octavo mes de embarazo dieron a luz bebés 230 gramos más pequeños de media.
Esta reducción en el peso al nacer puede tener consecuencias en la futura salud del niño, como ya se ha visto en los hijos de fumadoras, cuya ganancia de peso en el útero también se ve reducida.
Con los datos de tres amplias muestras de gestantes, investigadores de la Universidad de Essex (Reino Unido), comprobaron el efecto del trabajo en la etapa final del embarazo. Así, el equipo de Marco Francesconi, observó que seguir en activo hasta el momento del parto no tenía efecto en las madres menores de 24 años, no así en las gestantes de mayor edad, cuyos niños nacían con menor peso.
Asimismo, observaron que el riesgo era mayor en las mujeres con menor nivel educativo, por lo que sospechan que los trabajos más duros físicamente para estas mujeres pueden estar detrás de ese efecto en el feto.
Con estas conclusiones sobre la mesa, Francesconi y su equipo animan a los gobiernos a llevar a cabo medidas que faciliten la baja maternal desde el sexto o séptimo mes de embarazo para garantizar una adecuada ganancia de peso en la etapa final del embarazo.
Como recuerda el investigador, un bajo peso al nacer se ha asociado, entre otras muchas cosas, con mayor tasa de fracaso escolar, diabetes o, incluso, mayor mortalidad.

Fuente: elmundo.es