lunes, 21 de enero de 2013

El Dolor y nosotras.

Si hay algo en común en casi todas las embarazadas que conozco, es el miedo al dolor. No sólo el del parto, sino al dolor en general.
Yo me pregunto si el miedo es el dolor o al sentir. De momento, lo dejo ahí.
Me pongo un rato a ver la tele. Es penoso lo que dan, pero me gusta ver la publicidad. Sí, soy rarita hasta para eso, lo sé. ¿Os habéis parado a pensar en los anuncios que dan? ¿Os habéis fijado en la cantidad de analgésicos que se publicitan? ¿En cómo te venden que el dolor es evitable y que te mediques antes incluso de que aparezca? Yo me quedo perpleja. No porque esté a favor o en contra de la analgesia, sino por la impunidad con que se dicen ciertas cosas en televisión sin valorar el daño que causan. Me explico.
El dolor, sea cual sea, y venga de donde venga, tiene una razón de ser, un motivo. ¿Nadie se pregunta por qué duele? ¿Ninguna persona se cuestiona si puede ser perjudicial eliminar el dolor sin conocer los motivos que lo provocan? Desde luego, según los anuncios, el dolor siempre hay que evitarlo y erradicarlo de nuestro ser, independientemente del origen y sus consecuencias. Y esto me parece, cuanto menos, peligroso.
El dolor es una señal de alarma del organismo. Nos indica algo: algo se ha roto, algo necesita ayuda. Es importante conocer el origen del dolor antes de eliminarlo, porque si no eliminamos primero la causa del dolor, podemos correr el riesgo de tener lesiones más graves. Un ejemplo sencillo: me duele la espalda. Si me tomo un analgésico y ya está, no sabré si lo que me causa el dolor puede modificarse o no. No digo que no sea adecuado aliviar el dolor, sino que conozcamos primero la causa. ¿Me duele la espalda por una posición inadecuada? ¿Me duele porque me he dado un golpe? ¿Me duele por una contractura? ¿Me duele porque tengo una compresión de las raíces nerviosas? ¿Me duele porque es la forma en que mi cuerpo expresa su cansancio y su malestar emocional? ¿Me duele porque tengo una deformidad en la columna que hace que mis músculos trabajen de forma incorrecta? Y después de esto, ¿hay alguna forma de aliviar el dolor que no sea un medicamento? Si me tomo el analgésico sin más, y resulta que tengo una contractura o una compresión de las raíces nerviosas, la causa mecánica del dolor persistirá, y cuando se me pase el efecto, volverá el dolor. Pero, además, como el dolor me hace tener cuidado de no forzar mi espalda y protegerla de más lesiones, no lo haré, y los movimientos podrán terminar de lesionar los músculos, tendones, ligamentos o raíces nerviosas, transformando un simple dolor de espalda en una lesión crónica. Y eso, sin sumarle los posibles efectos adversos que tienen todos los fármacos, incluidos los tan recurridos y aparentemente inocuos, analgésicos.
Todo eso mientras veo un anauncio, jeje. Lo que da de sí una mente inquieta, eh?
Entonces, llega el parto. Sin duda, un proceso fisiológico donde el dolor aparece no como señal de alarma, sino como guía para facilitar el parto. En otro momento reflexionaré sobre si debería o no debería doler el parto, ya que es un proceso fisiológico. El caso es, que la mayoría de las mujeres de nuestro entorno, tienen dolor en el parto. Un dolor más o menos intenso, pero dolor.
Lo que me sorprende es que muchas mujeres, la mayoría, no se preguntan por qué duele el parto. No se cuestionan si eliminar el dolor puede tener efectos adversos. Ni siquiera piensan que los fármacos que se utilizan para el dolor, tienen efectos secundarios.
Sólo quieren quitar el dolor.
El dolor en el parto es una herramienta muy poderosa. Es la guía del movimiento, la que indica al cuerpo cómo moverse y cómo facilitar el paso del bebé por el canal del parto. El dolor es lo que hace que las mujeres paran; a pesar de las horas, del cansancio y de la desesperación, el dolor es lo que suministra a la mujer la fuerza y la necesidad de parir. 
También es lo que ayuda a la mujer a desconectar del mundo, a meterse en sí misma y dejarse llevar por la energía ancestral del parto y el nacimiento. En este caótico sistema, en este nuestro mundo social y cultural lleno de miedos y control, para poder descontrolarse y dejarse llevar, las mujeres han recurrido al dolor como forma de estímulo; un estímulo muy poderoso, lo suficientemente fuerte, como para superar el ambiente extraño, el sentirse observada, el frío, que rodea habitualmente un parto. 
Cuanto peor es el ambiente, cuanto menos calor, más ruido, más luces y más miedo, más dolor. 
Así, el dolor es a la vez nuestro miedo y nuestra salvación. 
Prepararse para el parto, es prepararse para vivir el dolor de la forma más eficiente. Para aprender a dejarnos llevar, a sentirlo y no batallarlo. Para comprender su función y su ayuda. Y para aprender de qué forma se puede llevar mejor.
El dolor estará, pero la forma en que lo percibas, es sólo tuya. 
Dolor no es sufrimiento, pero puede llegar a serlo si no puedes manejarlo.
Eliminar el dolor así, sin más, no ayuda a parir. Y tiene consecuencias.
Las mujeres paren cada día. Y pueden. Sin analgesia y sin ayuda. Porque estamos hechas para parir.
Pero si decides usar analgesia en tu parto, al menos no lo hagas de forma inconsciente. No necesitas analgesia; si la usas, es porque quieres. Y eso está igual de bien que decidir no usarla. 
Estar informada, de los efectos adversos, de las repercusiones sobre el parto, de cómo afecta al bebé, es lo que debes tener muy claro. Una vez que lo tengas claro, entonces, lo que decidas, bien decidido estará.
Y lanzo esta pregunta: ¿si no estuviera la epidural, qué pasaría?
 
Fuente: Centrohebame.blogspot.com
 
 

lunes, 14 de enero de 2013

Una mujer evita ser intervenida dando a luz en su casa a un niño de casi 5 kg

raquel lópez A este ritmo llegará un momento en que el cuerpo de la mujer haya olvidado por completo que durante siglos fue capaz de dar a luz de forma natural. Bien porque su centro hospitalario opte -a veces en demasiados casos- por intervenir mediante cesárea; bien porque el parto es provocado con medicación y anestesia que hacen que la intervención no fluya igual, el caso es que las mujeres ya no paren como antes. Por eso ya hay ginecólogos y matronas que crean asociaciones y foros donde ofrecen información y atención para invertir esta tendencia. Las madres que prueban a serlo como antaño también se han sumado a esta causa. Dunia es una de ellas.
Con 36 años, esta española residente en l'Alfàs del Pi dio a luz hace un mes en su casa, de pie, y asistida por una matrona, a su hijo Ian, un bebé macrosómico (de gran tamaño) que pesó 4,9 kilos. El parto fue, según madre y matrona, muy bueno. Tanto que Dunia no solo volvería a hacerlo sino que quiere que su ejemplo sirva para otras mujeres.
Dunia, completamente recuperada del parto, con su marido y su hijo, de apenas un mes.
Era su segundo parto. En el primero, provocado y en hospital, lo pasó mal. Esta vez se informó mejor y se topó con mucha documentación sobre partos naturales, así como con informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que alertan de todos los graves riesgos que tienen las cesáreas tanto para el niño como para la madre. En esas circunstancias, estaba cuando la citaron en el hospital de La Vila Joiosa a monitores, en la semana 36, momento en que arranca la cuenta atrás de las semanas previas al parto. Viendo que el niño llegaba grande le indicaron que lo mejor era que regresara a los cuatro días para una inducción al parto, pese a que no padecía ninguna patología.
Pero Dunia no regresó. Pidió segundas opiniones y en base a estas decidió esperar a que el momento llegara solo, y no tuviera que realizar una cesárea. "Algo que cada vez se hace más pese a los riesgos que conlleva para madre e hija, como alerta también la OMS".
Al mes notó los síntomas, llamó a su matrona y, tras una noche de contracciones en casa "en la postura y con la luz que me relajaba más", nació Ian con ella de pie, agarrada a la barra de la ducha. "Nació cuando debía, antes hubiera salido grande, pero inmaduro", afirma. Reconoce que sin epidural hay más dolor, pero también que se pasa mejor durante el tiempo de las contracciones.
Gema Méndez, la matrona que la atendió, explica esta cuestión. "Mucha gente confunde el parto natural con vaginal y no es lo mismo. En el hospital se suele poner a la mujer la oxitocina, la hormona que provoca el parto, pero no es la propia de la mujer, sino una oxitocina estándar que a veces genera demasiadas contracciones o a un ritmo que no es adecuado ni para la madre ni para el bebé". En cuanto a la falta de anestesia epidural, Méndez defiende que evita que la mujer sienta y viva el proceso del nacimiento del hijo de forma más consciente, y recuerda que se empezó a poner desde el momento en que se empezó a dar a luz en hospitales en donde obligan a la mujer a parir en una postura poco natural, como es estar tumbada boca arriba.
Méndez, sin embargo, no reniega de los hospitales, en donde ha de hacerse el seguimiento del embarazo. "Si en algún momento hubiera visto que el parto fuera a dar problemas la hubiera trasladado al hospital". Dice que tal circunstancia no es frecuente. Y es que el parto de Dunia no es el único que ha realizado en el último año en la provincia de Alicante. Ella y otros ginecólogos y matrona atienden a mujeres que quieran dar a luz de forma natural en la Comunidad Valenciana, atendiendo entre uno y dos casos al mes. "Asistimos partos en casa o bien estamos con ellos durante todo el proceso de dilatación en su casa, y cuando ya vemos que va a llegar, vamos al hospital para evitar la cesárea u intervenciones".
El coste de este servicio oscila entre los 1.800 y los 2.500 euros, y atienden a la mujer desde la semana 36 hasta la 42, estando de guardia y controlando toda la evolución, además de dar pautas de cara a la recuperación postparto. En otros países europeos la opción de dar a luz asistido en casa por una matrona está cubierto por la Seguridad Social. En sus servicios preparan también a la mujer trabajando "el miedo, mostrando cómo enfrentarse al parto fisiológico, haciendo que las mujeres entiendan que el cuerpo va a funcionar, más de lo que ellas piensan. Tienen que sentirse seguras para no bloquearse, lo que ocurre con frecuencia, sobre todo cuando les provocan el parto".

Dos datos: El primero es que según los últimos informes hechos públicos por la Conselleria de Sanidad sobre estudios del seguimiento del embarazo, de la mitad de los partos asistidos en hospitales de la Comunidad, un 55,8%, no fueron "normales" en 2011, frente a un 44,2% que si lo fueron.
El segundo: Un estudio de la Universidad de Alicante que compara el índice de mortalidad perinatal entre partos asistidos en casa o en centros sanitarios de 1995 a 2009 refleja que el porcentaje apenas difiere entre ambos casos. En ese tiempo hubo 23 muertes del feto o recién nacido (hasta las primeras 24 horas de vida) sobre un total de 14.614 partos únicos asistidos en domicilio particular (1,57 muertes cada mil partos). El número en centros fue de 7.548 sobre un total de 4.716.956 partos (1,60 muertes cada mil partos).