viernes, 22 de enero de 2010

Las donaciones de leche para biberón son sumamente peligrosas.


Las donaciones de leche para el biberón en casos de catástrofe (guerra, terremoto, inundación...) son sumamente peligrosas. En realidad no son donaciones, sino muestras gratuitas: es el medio por el que las empresas lácteas compiten para hacerse con nuevos mercados.
Si estás atenta a las noticias, muchas veces habrás oído cómo ha salido un avión cargado de leche... raramente oirás de un avión cargado de macarrones o lentejas.

Porque las empresas que venden macarrones o lentejas, fuera de que alguna en concreto tenga un director especialmente generoso o solidario, no tienen un interés comercial en hacer una donación. Mientras el país en cuestión esté en ruinas, no pagarán por la comida; cuando superen la catástrofe, se comerán sus propias lentejas cultivadas en su país, o sus propios macarrones fabricados por empresas locales.

En cambio, si en un país del tercer mundo consigues cargarte la lactancia, consigues que millones de madres abandonen la lactancia y millones de médicos y enfermeras aprendan las ventajas del biberón, que sin duda es buenísimo porque la asociación X nos lo regalaba para ayudarnos, luego tendrás un mercado cautivo que valdrá millones, porque esa leche no se fabrica en el país y la tendrán que importar, y acostumbrados a la marca Z probablemente seguirán comprando la marca Z.

Hace años pidieron que los donativos fueran con una etiqueta blanca, "leche para bebés", sin marca, y los fabricantes, claro, no quisieron. Además, muchas veces la empresa fabricante se ahorra el transporte: se limita a entregarle las muestras gratuitas a una ONG (por suerte las ONG serias ya no las aceptan, pero a veces encuentras a un primo), o a un gobierno, y estos pagan los portes.

Y el mercado de la lactancia, no nos engañemos, está en el tercer mundo. En España sólo nacen menos de 500.000 niños al año; en Indonesia más de 5 millones, en la India más de 25 millones... Son muchos más clientes, aunque algunos se mueran por el camino, aunque sólo se compren una lata de leche por semana y la diluyan para que dure...

Hace unos años, acababa de terminar la guerra de Sarajevo, conocí a un pediatra bosnio en un congreso. Había pasado hambre, estaba delgadísimo, y en las comidas recogía hasta la más minúscula miga de pan que cayera en el mantel y se la comía. Nos explicó como al principio de la guerra la mortalidad infantil aumentó espectacularmente, porque fueron inundados con muestras gratuitas.

Claro, no todos los profesionales tienen buena formación sobre lactancia, igual que pasa aquí. Muchos empezaron a recomendar "ayuditas", pensaban que las madres, "estresadas" por la guerra, no tendrían leche, o que al quitarle a una madre mal alimentada la pesada "carga" de tener que dar el pecho le hacías un favor.

Sin agua potable ni gas para hervirla (lo mismo que ocurrió por ejemplo en Gaza), cuando las explosiones destruyen las alcantarillas y la mierda inunda las plantas bajas... la mortalidad fue enorme. Tuvieron que ser los pediatras más concienciados los que fueran a quejarse a UNICEF, que convocó una reunión de todas las ONG sobre el terreno, acordaron no distribuir más donaciones, realizaron cursos para el personal... en pocos meses, mientras la guerra continuaba, habían conseguido tasas de lactancia materna más altas y una mortalidad infantil más baja que antes de la guerra.

Por supuesto algunos niños necesitan leche artificial en las guerras; pero para esos pocos ya se consigue leche sin necesidad de espectaculares cargamentos de muestras. Y esos niños, en esas condiciones, tienen un riesgo de muerte tan alto que ya no vale aquello de "la madre es libre para decidir, y si ha elegido la lactancia artificial...".


Dr. Carlos González, pediatra:

sábado, 16 de enero de 2010

Si la Virgen María diera hoy a luz

Hoy, 25 de diciembre de 2009, hace 2009 años que la Virgen María dio a luz a su hijo Jesús. Cada año se celebra este nacimiento y hoy, festivo en todo el país, vamos a hacer un ejercicio de reflexión para tratar de saber qué pasaría por la cabeza de la Virgen María si diera hoy a luz.

Su embarazo habría estado controlado por profesionales de la seguridad social. Le habrían hecho varias ecografías y análisis y se habría despertado por la noche con contracciones.

Haría ya tiempo que tendría decidido, más o menos, cómo y dónde parir. Habría pensado parir en casa, quizá en Belén, pero su familia le habría recordado lo peligroso que puede ser hacer algo así y sobretodo le habría dicho que “qué dirán los vecinos si te oyen gritar”.

María habría dicho que “pasa de los vecinos”, que ella trae en su vientre al hijo de Dios y que si hace dos mil años se paría donde se podía, ahora podría hacerlo con una vaca y una mula detrás si ella quisiera.

Si la Virgen María pariera en el hospital

Si la Virgen María decidiera acudir al hospital iría tan pronto como pudiera (llevar al hijo de Dios es cosa seria), sin embargo allí le dirían “aún estás muy verde”, “tranquilízate mujer, se nota que eres primeriza” y “vete a casa, que todavía tienes para rato” y María y José volverían a casa a esperar contracciones más seguidas.

Finalmente volvería unas horas más tarde, cuando la dejarían en la sala de dilatación para que fuera evolucionando.

María llevaría un plan de parto, porque una amiga le comentó que los hospitales españoles están todavía un poco lejos de dar un trato respetuoso con las embarazadas, que en muchos “te hacen tumbarte para dilatar cuando lo mejor es tener libertad de movimientos” y que por norma general se hacen cargo del parto como si los que parieran fueran ellos y ella, respetuosa como es, sensible y atenta, estaría deseosa de recibir las mismas atenciones y que tuvieran en cuenta sus deseos e inquietudes como cualquier mujer sana embarazada que acude “por si acaso algo sale mal” y no como una mujer embarazada considerada enferma cuyo parto hay que guiar y trastocar “para que nada salga mal”.

O quizás María no llevaría plan de parto porque “doctor, me pongo en sus manos” y confiaría ciegamente en todas las recomendaciones de los profesionales del hospital.

Fuera cual fuera su elección, María les diría que ella se había planteado parir en su casa, en Belén, y que no tenía intención de tumbarse porque su cuerpo le pedía estar incorporada.

Quizás le dirían que “ya lo sé, cariño, pero si te pones de pie nosotros estamos incómodos” o quizás tendría un ginecólogo moderno o una comadrona actualizada que le dirían: “ponte como quieras, que nosotros nos amoldaremos”.

Quizás hablaría de la episiotomía

María les pediría que no le “cortaran su sexo”, porque eso no lo había oído nunca, ni sabía que se hiciera y le parecía doloroso e innecesario. Hasta explicaría que había leído en algún blog en Internet que la episiotomía es una práctica que sólo debería hacerse a unas pocas mujeres y que un desgarro suele tener mejor pronóstico.

Alguien le contestaría que “depende del ginecólogo que haya” y ella se encomendaría a Dios para pedirle que le tocara uno que supiera que un desgarro se da en un 30-40% de los partos, mientras que la episiotomía se hace al 90% de las mujeres que paren en España.

Piel a piel

La comadrona le daría un tríptico titulado “Piel a piel” en que ella podría leer que los últimos estudios demuestran que un bebé está mejor en el pecho de su madre nada más nacer y que la lactancia se instaura mucho mejor de esta manera que si es separado, ni que sean 20 minutos, para lavarlo, pesarlo, medirlo, pincharle, etc.

María se quedaría desconcertada y les diría “¿es que acaso antes os los llevabais?”, porque ella no entendería que durante décadas los niños pasaban sus primeros días en grandes y frías salas de hospital y que sólo eran llevados con sus madres unos pocos minutos cada 3 horas para que tomaran el pecho y que, hasta hace pocos años, se separaban y entregaban a la madre limpios, vestidos y “contaminados” de gérmenes no conocidos (una de las razones para el contacto prematuro con la madre es la contaminación de gérmenes de la madre, ya conocidos por el sistema inmunitario del bebé).

La alimentación al nacer

La comadrona le explicaría que lo mejor que le puede dar es el pecho, que le protege de enfermedades e infecciones y que “el pecho se da a demanda”, sin embargo horas más tarde, en la habitación, una enfermera le diría seguramente que sí, que es a demanda, pero cada 2 o 3 horas para que vayan teniendo un horario y dándole unos 15 minutos de cada pecho.

María se quedaría de nuevo atónita, incapaz de entender porqué se cronometran cosas tan elementales como el alimentarse y se preguntaría en cuánto tiempo tendría que comer ella y cada cuántas horas sentarse a hacerlo.

Se acordaría inclusive de todos aquellos ciudadanos de Jerusalén y Belén que no tenían casi ni para comer y vería lo absurdo que suena decir que “la comida hay que darla a una hora determinada”.

No lo malcríes

La madre de la compañera de habitación le diría: “lo estás cogiendo demasiado y lo vas a malcriar” y María preguntaría que “a qué se refiere”. “A que si los coges mucho los malcrías, porque se acostumbran a estar todo el día en brazos”, contestaría la buena mujer.

La tía de la compañera de habitación añadiría: “yo he oído que hasta los tres meses no se acostumbran” dando un poco más de libertad a María aunque dejando caer que a partir de ese momento, mejor cogerlo poco.

María miraría entonces a su niño Jesús, acariciaría su pelo ondulado, besaría su frente y pensaría que no puede haber nada más maravilloso que un niño pidiendo el amor y los brazos de su madre y preguntaría: “y si no está en mis brazos, ¿dónde lo dejo?”.

“Pues en la cuna, o si sales a la calle en el cochecito”, le responderían. Luego le explicarían en qué consiste un cochecito y ella se preguntaría cómo es posible que 2.009 años de evolución hayan dado, solamente, para crear una carretilla para niños.

O quizá pariría en Belén, después de todo

Quizás nada de esto pasaría y la Virgen María confiaría en Dios para velar por el embarazo de su hijo y en la madre naturaleza y decidiría, finalmente, parir allí, en Belén, del mismo modo que parió hace 2.009 años. A saber.


jueves, 14 de enero de 2010

LA MENTIRA DESCUBIERTA


Os ponemos un bonito power point que hace reflexionar, espero que lo tengamos presente en los momentos difíciles para darles lo mejor a nuestr@s hij@s. pincha aquí

martes, 12 de enero de 2010

«El trabajo es un obstáculo para la maternidad, no al contrario»

La profesora titular de Sociología de la Universidad de Sevilla Isabel Aler (Barcelona, 1960) pronunció ayer en el auditorio de la Caja Rural la conferencia 'Maternidad e insumisión', invitada por el grupo de apoyo a la lactancia materna Mamilactancia. Aler explicó qué es el movimiento de «madres insumisas», «minoritario pero altamente motivado». Se trata, señaló, de mujeres que confían en la sabiduría de sus cuerpos para «concebir, gestar, parir y criar a sus hijos»; se enfrentan a los dictámenes del sistema sanitario sobre «cómo debe ser una madre adecuada»; se organizan para compartir su experiencia con otras madres; y, ante un mercado de trabajo que considera la maternidad como «un obstáculo», deciden que lo que es un obstáculo para una maternidad consciente es el mercado de trabajo, y asumen «prioridades vitales».

La socióloga explicó que en España la maternidad es «un hecho social crítico». «En los últimos treinta años ha habido una disminución drástica de las tasas de maternidad en un 50% y un aumento drástico del intervencionismo tecnológico en los procesos de concepción, gestación, parto y crianza de las criaturas».

En ese contexto, dijo, muchas mujeres se han rebelado frente al modelo patriarcal de madre «resignada, sumisa, desautorizada, cargada de trabajo...». A su juicio, el feminismo actual, cuya lucha tanto ha contribuido a poner los pilares de una maternidad elegida y no impuesta, está ahora «un poco parado» ante el hallazgo de que ser madre no sólo no supone un lastre, sino que es una vía fundamental para la liberación de las mujeres y motor de cambio social.

Del miedo al deseo

Isabel Aler expuso una serie de «co-razones» -una palabra acuñada por ella misma con la que que designa algo así como motivos tanto racionales como emocionales- para hacer el viaje «de la maternidad patriarcal a la maternidad alternativa».

Algunas mujeres han pasado «del miedo al deseo de ser madres» y han asumido el protagonismo en un proceso, de la concepción a la crianza, donde exigen ser «respetadas y no negadas». Están pasando «de la desconfianza a la confianza en la sabiduría corporal», frente a una sanidad tecnologizada que contempla el embarazo y el parto como si fueran ajenos al cuerpo femenino. Y transitan del «entreguismo» al «enfrentamiento selectivo» con el sistema sanitario, que a veces actúa «en alianza con los intereses del mercado», por ejemplo en el tema de la lactancia materna.

Por otro lado, las «insumisas» están creando «espacios sociales cualificados», como los «grupos de ayuda madre a madre, que se movilizan social y políticamente para la recuperación del parto y de las formas de crianza natural».

Aler rechazó la consideración de la maternidad como «un obstáculo para la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo», ya que obvia que la maternidad es «la matriz de las relaciones sociales». «El mercado de trabajo, tal como está -androcéntrico y precario- es un obstáculo para la labor más importante, que es la reproducción de la vida». Así, muchas mujeres trabajadoras deciden prolongar su baja maternal y «hacer malabarismos para dar prioridad a su momento de crianza, con muchas renuncias».

Hacerse la sueca

Eso no significa que no sigan reclamando al Estado la ampliación del permiso por maternidad y la implantación de un salario básico «para las madres que se dedican a la crianza, que es un trabajo ímprobo». Hoy por hoy, resaltó, el mejor modelo es el sueco: frente a las 16 semanas de baja que disfrutan las españolas, las suecas tienen un año de permiso retribuido, con opción a otro año más sin salario pero con reserva del puesto de trabajo.

Aunque juzgó «fenomenal» que se amplíe el permiso paternal, Aler opinó que el padre puede ayudar, pero no sustituir a la madre en esos primeros días de vida. La dependencia del niño hacia el cuerpo materno, recordó, dura nueve meses dentro y nueve fuera.


Isabel Aler, socióloga

domingo, 3 de enero de 2010

Soltar como parte del camino.

Imagina que estas frente a una gran escalera, esta junto a ti esa persona que es importante para ti (novio, esposo, amigo, etc.), y están fuertemente tomados de la mano.

Mientras están en el mismo nivel, todo está perfecto, es disfrutable. Pero de pronto, tu subes un escalón, pero esa persona no, esa persona prefiere mantenerse en el nivel inicial, ok no hay problema, es fácil aun así estar tomados de las manos. Pero tu subes un escalón más, y esa persona se niega a hacerlo, ya las manos han empezado a estirarse y ya no es tan cómodo como al principio, subes un escalón más, y ya el tirón es fuerte, ya no es disfrutable y empiezas a sentir que te frena en tu avance, pero tú quieres que esa persona suba contigo para no perderla. Desafortun adamente para esa persona no ha llegado el momento de subir de nivel, así que se mantiene en su posición inicial, subes un escalón más, y ya ahí si es muy difícil mantenerte unido, te duele, y mucho, luchas entre tu deseo de que esa persona suba, de no perderla, pero tu ya no puedes ni quieres bajar de nivel. En un nuevo movimiento hacia arriba, viene lo inevitable, y se sueltan de las manos, puedes quedarte ahí y llorar y patalear tratando de convencerle de que te siga, que te acompañe, puedes incluso ir contra todo tu ser y tú mismo bajar de nivel con tal de no perderle, pero después de esa ruptura en el lazo, ya nada es igual, así que por más doloroso y difícil que sea, entiendes que no puedes hacer mas, más que seguir avanzando, y esperar que algún día, vuelvan a estar al mismo nivel.

Eso pasa cuando inicias tu camino de crecimiento interior, en ese proceso, en ese avance pierdes muchas cosas: pareja, amigos, trabajos, pertenencias, todo lo que ya no coincide con quien te estás convirtiendo ni puede estar en el nivel al que estas accesando.

Puedes pelearte con la vida entera, pero el proceso así es. El crecimiento personal es eso, personal, individual, no en grupo, puede ser que después de un tiempo esa persona decida emprender su propio camino y te alcance o suba incluso mucho mas que tu, pero es importante que estás consciente de que no se puede forzar nada en esta vida.

Llega un momento, en tu escalera hacia convertirte en una mejor persona, en que puedes quedarte solo un tiempo, y duele, claro que duele, y mucho, pero luego, conforme vas avanzando, te vas encontrando en esos niveles con personas mucho más afines a ti, personas que gracias a su propio proceso, están en el mismo nivel que tu y que si tú sigues avanzando, ellos también. En esos niveles de avance ya no hay dolor, ni apego, ni sufrimiento, hay amor, comprensión, respeto absoluto.

Así es nuestra vida amigos, una infinita escalera, donde estarás con las personas que estén en el mismo nivel que tu, y si alguien cambia, la estructura se acomoda. De hecho, cada personalidad, ocupa un distinto nivel que los demás, así cada partecita de la verdad, formará la verdad absoluta, de hecho ya es así. Así que sería egoísta, poner al mismo nivel a la eternidad

.A mi me costó en lo particular mucho soltarme, aun después de una fuerte ruptura, seguía viendo para atrás, esperando un milagro, y el milagro apareció, pero no de la manera en que yo hubiera supuesto, apareció bajo otros nombres, otros cuerpos, otras actividades, perdí a una amiga, y gané a 20 mas, perdí un mal trabajo y ahora tengo un excelente trabajo y con oportunidades de tener más de lo que soñé alguna vez, perdí un auto que no me gustaba y ahora manejo el auto de mis sueños, perdí a un hombre al que creí amar, para darme cuenta que ahora lo que tengo en este momento de mi vida, ni siquiera podía soñarlo hace unos cuantos meses. Cada pérdida, cada cosa que sale, es porque así tiene que ser, déjales ir, y prepárate para todo lo bueno que viene a
tu vida, tu sigue avanzando y confía, porque esta escalera es mágica y si no me crees, ¿porque no lo compruebas por ti mismo?

Autor: Beatriz Gonzalez.

sábado, 2 de enero de 2010

Para reflexionar...


Un científico que vivía preocupado por los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para disminuirlos. Así, pasaba días enteros en su laboratorio, buscando respuestas para sus dudas., realizando pruebas e intentando generar nuevos métodos.

Cierto día, su pequeño hijo, de tan solo 7 años, invadió su lugar de trabajo con la intención de ayudarlo a trabajar. “Si lo ayudo a encontrar lo que tanto busca, podrá entonces estar mas tiempo conmigo”, pensaba el pequeño.

El científico, nervioso por la interrupción -que lo desconcentraba- intentó hacer que el niño fuese a jugar a otro sitio. Procuró distraer su atención para poder trabajar, un rato más, concentrado, atento a sus pruebas y procedimientos.

Agarró una revista que estaba por allí, arrancó una hoja en la cual se mostraba una hermosa foto del mundo, cortó la foto en mil pedazos con unas tijeras, y se lo entregó al niño con un rollo de cinta adhesiva diciéndole:

- ¿Te gustan los rompecabezas? Voy a darte el mundo para que lo arregles. Aquí lo tienes, todo roto, en pedazos. A ver como lo puedes arreglar.

Calculó que al niño le llevaría días recomponer el mapa dado ya que nunca había visto uno y no sabía cual era la imagen final a la cual debía llegar. Esto, sin duda, le daría tiempo para concentrarse en su trabajo, y seguramente hasta podría hacer que el niño abandonara el intento y volviese a su cuarto a jugar con cosas más acordes a su edad.

Pero el que hereda no roba, y el niño había heredado la creatividad y el sentido práctico que caracterizaban a su padre. Una hora después, se escucho en el silencioso laboratorio una pequeñita voz que decía: “¡Aita! ¡aita! ya lo he acabado!!”.

Al principio el científico no creyó a su hijo, ya que era imposible que un niño de su edad, en una hora, hubiese terminado de armar un mapa que jamás había visto. No sabía dónde estaba cada país, donde se encontraba Tanzania, Autralia o qué era Europa, ¡era imposible!

Pero el niño insistía, por lo que el hombre, una vez más, apartó su trabajo y fue a hacer caso a su hijo.

Levantó los ojos de sus anotaciones pensando en como podría corregir al niño de su suposición errónea sin herirlo pero su sorpresa fue mayúscula cuando observó que el mapa estaba completo y perfectamente armado. ¡Todas las piezas estaban en el sitio indicado!

“Tu no sabías como es el mundo, hijo. ¿Como has conseguido armarlo?” - Preguntó el padre.

El niño, con gran desparpajo no dudó en responder así: “Yo no sabía como es el mundo. Y por un rato intenté armarlo sin lograr avanzar nada. Pero cuando arrancaste la hoja de la revista, vi que al otro lado había la figura de un hombre. Tras intentar arreglar el mundo y no poder, recordé al hombre y se me ocurrió que podía dar la vuelta a los recortes e intentar arreglar al hombre, que yo si sabía como era. Al terminar de arreglar el hombre, di vuelta a la hoja y encontré que también había arreglado el mundo.

Gabriel García Marquez