Todo lo que se nos ha enseñado a juzgar como malo, perjudicial o peligroso, lo que nos ha dolido, decepcionado o que no hemos sabido resolver…..todo ello conforma nuestra sombra, un concepto introducido por el psiquiatra Carl Gustav Jung, que ha marcado distintas escuelas de psicología.
La sombra es aquélla parte de nosotros de nuestra realidad que no queremos reconocer ni aceptar. Las decisiones basadas en rechazar algo para no volver a sufrir, las que nos llevan a bloquear experiencias ante el temor de equivocarnos, todo lo que tenga miedo o duda asociado es relegado a una zona no iluminada de nuestra mente y olvidada por nuestra consciencia.
Cada vez que declaramos “ser” algo, tendemos a hacer una valoración positiva o negativa sobre ello y por lo tanto lo que declaramos “no ser” es automáticamente descartado. Alguien que se declare “tenaz o persistente” y que considere esa cualidad como “buena”, tenderá a clasificar su opuesto ser “variable o inconstante” – es decir, lo opuesto- como “malo”; y así esta cualidad pasa a su sombra, a su parte no reconocida Ésta valoración le predispone a favor de una cosa y en contra de otra, y destierra a la sombra las cualidades positivas de “ser variable”.
Por ejemplo, para un adicto ser persistente nunca será mejor que cambiar, variar de costumbre.
Gozar de lo positivo de la sombra
En la sombra vive mucho del dolor y la frustración por experiencias mal gestionadas en el pasado, pero a la vez se encierra un enorme potencial de crecimiento. Nuestra sombra es como un baúl lleno de tesoros del que no podemos adueñarnos hasta que nos atrevamos a rescatarlo del fondo dónde está sumergido. Muchas cualidades positivas están mal asociadas en nuestro interior y por ello han pasado a la sombra, con lo que permanecen inaccesibles y no se utilizan para afrontar los retos que nos plantea la vida.
Mientras siga en la oscuridad, la sombra no tiene otra forma de manifestarse que proyectándose sobre otras personas o situaciones. La persona ve “malo” en los demás lo que no reconoce en si misma. Como decía Jung “lo que no entendemos de nosotros, tampoco lo entendemos en la otra persona”. La persona se ve víctima del exterior, cuando en verdad es víctima de su propio interior.
Por ejemplo: María se declara bastante voluble e inestable, siempre ha vivido con subidas y bajadas de ánimo. Lo ha aceptado como parte de su personalidad aunque le cause problemas en muchos aspectos de su vida. Después de años viviendo así, y tras caer en una pequeña crisis, anhela la estabilidad y el equilibrio. En la sombra está la María equilibrada, que no puede manifestarse en su personalidad mientras la otra María permanezca activada.
María tiene asociado que la gente inestable vive más intensamente porque se deja llevar y disfruta de la vida, aunque el final a ella los acontecimientos de su vida le han demostrado justamente lo contrario. Desearía vivir lo que el equilibrio le puede proporcionar, sin embargo tiene una asociación negativa con respecto a él. Observando a su madre interiorizó que las personas “equilibradas” son ordenadas y metódicas, pero aburridas, rutinarias, faltas de emoción y de vitalidad. En su día decidió no parecerse a ella y ser exactamente lo contrario. Al rechazar el equilibrio, María no integra las cualidades positivas de éste, y es precisamente lo que necesita. Mientras que piense que el equilibrio es “malo” porque lo tiene asociado a “aburrido y rutinario”, no podrá acceder a la paz y la tranquilidad que éste le puede proporcionar.
Cuando María decida ver sus cualidades positivas se sorprenderá percibiendo en personas de su alrededor las virtudes de esta nueva faceta. Podrá fijarse en modelos del exterior que le ayudarán a hacer su trabajo interno, adjudicar al equilibrio sus verdaderos valores, a creer en ellos y por lo tanto crearlos en su interior . Descubrirá que se disfruta de la vida realmente cuando se está en equilibrio.
Desarrollar nuevas cualidades
Somos un todo y cada persona tiene la capacidad de desarrollar todas las cualidades. Somos infinitos en potencia pero quedamos determinados por los términos en que nos definimos
Lo que descartamos a la sombra de nuestra conciencia se convierte en nuestro mayor enemigo, porque no por rechazarlo desaparece, sólo lo trasladamos al cuarto oscuro. No por ello se elimina, sino que se manifiesta constantemente: nuestra negativa a aceptar esas cualidades relegadas se convierten en nuestra principal carencia, un asunto no resuelto que hace que siempre nos encallemos en las mismas situaciones.
Aunque afrontar la sombra resulta difícil, es en ella dónde están los elementos que necesitamos para vivir de una forma más espontánea, plena y creativa. Cada proyección que reconozca. Cada aspecto negativo o positivo que vea en los demás y que pueda reconocer en mi, es un nuevo paso para iluminar la sombra. Si entendemos que los defectos que nos molestan de los demás son también los nuestros y tratamos de enmendarlos estaremos abriendo el baúl de los tesoros. Si reaccionamos contra los demás y persistimos en el error de no reconocernos en ello, seguiremos viviendo en los extremos.
Cuando la persona es capaz de reconocerse en el otro, adquiere un punto de vista superior y puede evolucionar, Es como si el dolor , en enfado, el miedo o la decepción nos estuvieran señalando qué debemos buscar y aprender de nosotros.
Pero la sombra también se manifiesta en lo positivo. La persona que admira una cualidad den alguien está reconociendo en otro aspectos de ella misma que puede desarrollar, que tuvo y perdió por las circunstancias. Son tesoros que están deseando emerger, y , si trabaja para cultivar esas cualidades, verá cumplidos sus sueños.
Un mundo lleno de posibilidades
Toda la potencialidad de la persona puede desarrollarse cuando esa conciencia se une, cuando la luz entra en el baúl y se ilumina la sombra. Así puede percibir un mundo con infinitas tonalidades de grises que conforman una imagen que se ajusta a la realidad. Ya no hay extremos, ya no vemos el mundo en blanco y negro, sólo se percibe lo que es, lo que nos da más recursos para adaptarnos a cada situación.
Cuando nos adueñamos de la sombra y comprendemos que lo externo forma parte de nosotros, también somos más capaces de responsabilizarnos de nuestra vida. Entonces podremos acceder a una forma más creativa, libre y feliz.
Iluminar la sombra
- Integrar el equilibrio
¿Sueles tener patrones de comportamiento radicales? Si eres de los que un día estás bien y otro mal sin saber porqué, si en tus actitudes se alternan extremos que te hacen sentir dudas sobre ti mismo, estás bajo los efectos de la sombra. Piensa en cómo aceptar e integrar el equilibrio en todos los aspectos de tu vida. La virtud, la salud, y el bienestar siempre se sitúan en el punto medio.
- Ponerse en el lugar del otro
En los conflictos, ¿tiendes a creer que tienes toda la razón? Puede que desde tu punto de vista la tengas, pero probablemente no desde el punto de vista del otro, que interpreta el papel opuesto a tu patrón. Ponerse en el lugar del otro es un ejercicio saludable para equilibrar los opuestos. Llegar a un acuerdo, negociar una solución dónde “todos ganen algo”, suele ser la mejor manera de llegar a la paz.
- Aceptar las críticas
¿Rechazas las críticas de los demás? ¡Puede que tengan la clave para tu crecimiento!. Lo que está en la sombra permanece oculto a nuestra visión. Eso hace que los demás vean más fácilmente nuestros errores y también las soluciones, aunque a menudo es una proyección mutua, es decir, el que critica sigue el mismo patrón. Trata de ver la buena intención y qué hay de cierto o útil en sus valoraciones. Establece unas mínimas normas en cuanto a decir o recibir las críticas de la forma más amable posible.
- Busca la seguridad en ti
¿Necesitas protagonismo, que te reconozcan los demás? El hecho de necesitar la atención de los demás revela que hay zonas de tu personalidad que no atiendes, significa que la sombra está activa y se adueña de tu vida. Como no te reconoces a ti mismo, necesitas que lo hagan los demás para autoafirmarte. Cuantas más facetas ocultas encuentres, revises y pongas en práctica, más seguridad en ti mismo y en tus muchas posibilidades podrás desarrollar. Tu propia apreciación será la que realmente te hará feliz.
- Vive cada día como nuevo
¿Sientes que la rutina te invade? Es posible que se deba a que tus ideas preconcebidas generen respuestas automáticas. Éstas te impiden establecer en cada momento una valoración dependiendo de las circunstancias y del momento, y por lo tanto una respuesta creativa y acorde con ellas; la personalidad se limita y el aprendizaje se detiene. Trata de ver cada día como si fuera nuevo, decide poner intención y un sentido positivo y de servicio elevado a todo lo que haces, y sobre todo, considera cada dia como una oportunidad de aprender y crecer.
- Afronta los retos sin miedo
¿Tienes frecuentemente miedo o dudas sin razón aparente? Ambos surgen de aquella parte que no ves de ti. Muchos miedos irracionales que ejercen su influjo sobre ti están basados en asociaciones negativas que grabaste en la niñez, y que ya no corresponden a la realidad actual. Darte cuenta de esas asociaciones y modificarlas, asociando nuevos y positivos conceptos te ayudarán a recuperar la seguridad. Has crecido y contigo tu capacidad de dar respuesta positiva a los retos de la vida.
- Respétate a ti mismo
¿Tienes la sensación de hacer renunciado a lo que realmente eres? A veces los impulsos internos entran en conflicto con los estereotipos y modas de la sociedad y del momento. En tu camino a la madurez, puede que hayas renunciado a aspectos muy valiosos de ti para ser aceptado, que te hayas convencido de que era lo mejor. Si eso te causa frustración y tristeza, trata de ir recuperando actitudes y actividades que te hacían feliz. Ten la valentía de desarrollarlas y compartirlas con los demás. No sólo has de respetar a los demás y al entorno, también has de respetarte a ti mismo. ¡La energía creativa volverá a correr por tus venas!.
Beatriz F. del Castillo
Autora de La clave está en tus sueños
1 comentario:
Totalmente de acuerdo. A veces permanecemos en la sombra por no querer vernos en el espejo de los demás. Cuando llega una situación -límite- en muchos casos, que nos hace despertar comenzamos a entender, a asumir, a perdonar, a CRECER. Y vamos pasando de la sombra a la claridad ¡vaya cambio!
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