Posted by Carolina under Mujeres, Política, feminismo, maternidad, patriarcado | Etiquetas: feminismo, maternidad, parto, poder, Política |
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Voy a volver a mi blog después de seis meses diciendo algo polémico que me valdrá más de una enemistad. Dice el tópico que la maternidad te cambia la vida, y vaya que si la cambia. Pero no voy a hablaros de las noches sin dormir ni de la necesidad de tener aspirinas a mano si el niño tiene un mal día. No, os voy a contar algo que he descubierto: nos han engañado, chicas.
Siempre quise saber en qué consistía eso del feminismo de la diferencia. Durante mucho tiempo intenté entenderlo, y me pareció siempre una paja mental: ese punto de vista de las cosas exclusivamente femenino que nadie parece saber en qué consiste exactamente. Bueno, pues yo ya lo sé. Lo que hace a una mujer diferente de un hombre es que puede parir. Puede parecer una obviedad, pero en un mundo como el que nos rodea no lo es. Hacen falta dolores de parto para entender la diferencia.
En “Estudios sobre el amor”, Ortega y Gasset nos regala un párrafo extraño en el que imagina una España totalmente distinta, si los hombres españoles fueran capaces de elegir a mujeres ligeramente diferentes. No se refiere Ortega a que si en vez de castaña oscura la mujer española fuera castaña clara los niños nos saldrían más rubios. Se refiere a la forma de criar a los niños; la idea de Ortega sigue siendo revolucionaria 70 años después: cambia la forma de criar a los niños, y cambiarás el país.
Siempre he dicho que la política no se hace sólo haciendo política. El hombre es un animal político, y la política no consiste sólo en dar discursos. Comprando se hace política. Comiendo se hace política. Y la novedad para mí: ¡criando se hace política!
Así que ahí va mi reflexión, tras nueve meses de embarazo y seis de crianza, y mi polémica. Las mujeres jamás debieron salir de casa. Las mujeres deben seguir cuidando a los niños el máximo de tiempo posible. Las mujeres deben seguir cocinando y haciendo pasteles. Las mujeres deben seguir encargándose de la cesta de la compra. Porque cuando lo están haciendo, las mujeres están haciendo política, y pueden cambiar el futuro de Europa y del mundo.
Hace poco una mujer famosa comentaba en una entrevista: “a las mujeres nos han engañado. Nos han hecho creer que lo podíamos tener todo”. Se refería a tener niños y trabajar al mismo tiempo. Yo creo que el engaño ha ido más allá de todo eso. Nos han hecho creer que necesitábamos hacer ambas cosas al mismo tiempo. Nos han hecho creer que el feminismo consiste en exigir la epidural conforme entramos en el hospital (no vaya a ser que nos enteremos de lo que duele tener un niño!) y volver al trabajo (al trabajo remunerado claro. Mal remunerado, pero eso no importa) tan pronto como sea posible.
Hasta hace poco la mujer se encargaba de comprar los productos para alimentar a la familia y para el cuidado del hogar; se encargaba de la educación de los hijos; un poder enorme a la hora de decidir los patrones de consumo, y un poder que nos han quitado.
Ahora, ya no podemos alimentar a nuestra familia seleccionando los mejores productos, no tenemos tiempo de tomar confianza con la tendera, ni de dar el pecho, así que le damos el biberón convenientemente arropadas por la industria láctea. Así que todxs, hombres, mujeres y niños compramos productos elaborados en México o en China no se sabe en qué condiciones y vendidos en grandes superficies europeas, gestionadas por oscuras multinacionales y servidos por cajeros muy mal pagados todos los días de la semana de diez a diez…
Ahora no tenemos tiempo de cuidar a nuestros hijos. Ni nosotras ni nuestras parejas, porque tenemos que trabajar los dos para pagar la casa, el apartamento, los dos coches y el colegio. Y a nuestros hijos los cuidan sus abuelas, con leche artificial y papillas multicereales primero, y la nintendo y la televisión, después. No sorprende que Michel Odent relacione la nueva ola de violencia juvenil con el nuevo modelo de crianza, unido a la falta de lactancia materna y a la tecnificación innecesaria del parto.
Así que, sí, chicas, me siento engañada. No porque me dijeran que al tercer mes el niño dormiría por la noche y fuera mentira, . No. Me siento engañada porque el mercado se ha apoderado del feminismo, y lo ha convertido en una cuestión de cuántas ministras hay en el gobierno o cuantos años cotiza más un hombre que una mujer. El feminismo se ha centrado en convertir a las mujeres… en hombres.
Personalmente, siento que me han pintado una bonita jaula en tonos dorados y he estado encantada encerrada dentro, con mi título universitario, mi carrera empresarial o seis años en política adornando los barrotes. ¿Cómo no va a sentirse la mujer moderna desconcertada y fuera de lugar?
Resulta paradójico que en el siglo XXI la verdadera revolución consista en reivindicar un papel para nosotras que nos han vendido como obsoleto y que puede ser la clave contra el cambio climático y otros desastres que se avecinan.
Para las que les pica la curiosidad después de leerme, podéis encontrar más información sobre la crianza en:
- Asociación de apoyo a la lactancia materna y crianza consciente de Valencia
Por cierto, que devolver a la mujer al hogar no es una idea peregrina que se me haya pasado a mí por la cabeza. Tiene una base científica y antropológica que podéis explorar en “La cientificación del amor” o “Mujeres que corren con los lobos“.
Y para el resto… ala, crucificarme, que estáis tardando.
1 comentario:
OLEE TU UTERO¡¡¡¡ LAS QUE HEMOS PARIDO ESTAMOS CONTIGO Y LAS QUE LO ESTARÁN¡¡¡
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