La relación de la madre con el padre del bebé atraviesa por un periodo de ajuste mientras ambos lidian con los cambios en sus vidas producidos por la llegada del bebé. Para algunos padres, por ejemplo, hay cierta dificultad en mirar a su pareja como su amante y a la vez la madre de su hijo (el conflicto Venus-María). El hombre puede tener miedo a hacerle daño físico a la madre. Su sentido de respeto por la maternidad puede llevarlo a pensar que ésta es "más importante" que el sexo y que está mal que él esté pensando en relaciones sexuales en este momento. Es importante hablar sobre esto.
El tiempo y los momentos íntimos para la pareja pueden ser pocos y escasos. El recién nacido parece ocupar todo el día de sus padres. Requieren atención cada 2 a 3 horas las primeras semanas de vida. Cuando el bebé se queda dormido, si mamá y papá no están exhaustos, luego del juego amoroso, es común que bebé se despierte interrumpiendo el momento.
Existen otros factores negativos inherentes al parto, como el dolor de una episiotomía o de una cesárea, o sentimientos de frustración, fracaso o vulnerabilidad provocados por una mala experiencia con el parto. La autoestima lesionada aporta poco al deseo sexual en una mujer. Este renglón es, desgraciadamente, muy común entre nuestras madres, dada la medicalización y deshumanización del parto en Puerto Rico.
Cualquier situación relacionada al bebé, tales como enfermedad o cólicos, puede añadir tensiones adicionales a la interacción de la pareja. Los bebés de alta necesidad requieren de atención casi constante, lo que aumenta las frustraciones y estresores de la pareja.
El medio ambiente hormonal puede contribuir a una sexualidad disminuida. Los niveles de prolactina, las alteraciones en los niveles de LH, y el hipoestrogenismo de la lactancia se han incriminado en alteraciones del estado de ánimo, la melancolía posparto y disminución de la líbido. Otros factores tal vez juegan un papel más importante que el medio ambiente hormonal (el impacto negativo para algunos maridos de la eyección de leche durante el coito, el conflicto con la utilización sexual de los pechos, la consejería inapropiada del médico). Realmente, no hay evidencia de que el uso sexual de los pechos aumente riesgo alguno y, de hecho, puede reforzar los pezones y la areola. En términos de la respuesta sexual de la mujer en lo que respecta a la lubricación, puede haber dispareunia por afinamiento del epitelio vaginal, o meramente cansancio por falta de sueño.
Otro renglón importante en nuestro medio ambiente es el impacto de la cama familiar. La presencia del bebé en la cama le da más oportunidad a la madre para descansar y amamantar, pero puede desincentivar a algunas parejas para la actividad sexual. El colecho no afecta la ternura y cercanía de la pareja. Con el bebé en la cama se puede disfrutar del tacto, la risa, y la conversación con la pareja, aunque la intimidad puede ser menos espontánea. La pareja puede comenzar a programar momentos para estar juntos y buscar ayuda para que alguien atienda al bebé, pueden buscar algún otro lugar íntimo después que el bebé se duerma, o mover al bebé a una cunita después que se duerma.
Para algunas mujeres, el sentido de bienestar y paz que se ha asociado al amamantamiento a través de la historia, puede transmitirse a la relación con la pareja. Los sentimientos de ternura y calor humano que se producen en el proceso de cuidar de un bebé pueden contribuir a un aumento en el deseo sexual y a la unión de la pareja. Particularmente en aquellos casos en que el parto ha sido una experiencia enriquecedora, puede producirse un sentimiento aumentado de femineidad en la mujer y el sexo es en esos casos una expresión natural de un sentimiento de bienestar.
Los reportes en la literatura varían en cuanto al momento de la reanudación de la actividad sexual después de un parto, con grandes diferencias en diferentes culturas. Se ha reportado que el inicio del coito ocurre como promedio a las 8 semanas y el 75% de las parejas ha reanudado las actividades sexuales para el final del tercer mes del posparto En nuestro país la recomendación (desgraciadamente) usual es evitar el coito por 6 semanas. Como en tantas otras recomendaciones y prácticas obstétricas, la evidencia científica para apoyar esta recomendación brilla por su ausencia. No tenemos datos de cuántas parejas siguen esta recomendación al pie de la letra. No cabe duda que la práctica indiscriminada de la episiotomía, y de otras prácticas obstétricas operatorias rutinarias en nuestro país probablemente retrasen el reinicio de la actividad sexual. En términos generales, la recomendación debe dejar la decisión fundamentalmente en manos de la mujer. La primera visita posparto, por otro lado, no debe esperar 6 semanas. Hay muchos renglones de educación y de orientación que deben atenderse mucho antes por el proveedor obstétrico.
La frecuencia coital, por otro lado, puede estar afectada por la edad, el nivel de educación, y el miedo al embarazo, entre otras causas. Algunos estudios han reportado menos frecuencia entre las lactantes pero otros reportan lo contrario, y aún otros no han encontrado diferencia. La conclusión lógica en cuanto a esto parece ser que la lactancia puede ser un elemento inhibidor en algunas parejas y estimulante en otras. La frecuencia del coito para mujeres casadas, durante el amamantamiento, se ha reportado según un estudio multicéntrico, que varía de 4 a 30 episodios por mes con un promedio de 3 a 5 veces al mes.
En la práctica, si la mujer experimenta sequedad vaginal durante la lactancia y retraso en su capacidad para lubricar, el uso de algún lubricante artificial, incluyendo alguna crema natural de estrógeno, es perfectamente permisible y no tiene efectos negativos sobre el amamantamiento. Otro evento común en esta etapa es el reflejo de bajada que experimenta la mujer al excitarse sexualmente (recuerden que la oxitocina es la hormona del amor). Esta leche que emana de los pechos durante el acto sexual puede ser desagradable para algunas parejas, o sencillamente divertido para otras. Lo importante es no cohibirse por ello. Tampoco hay razón alguna para que la pareja se inhiba de utilizar los pechos durante el acto sexual, pues nuestra cultura es una de las que lo hacen en este planeta. La conclusión general debe ser: ¡No hay problema!
En aquellos casos en que la sexualidad mantiene una prioridad baja por semanas o meses, el compañero puede sentirse confundido o algo herido. Durante estos tiempos es muy importante que la pareja mantenga abiertos sus canales de comunicación. Cuando aflora la tristeza, hay que hablar. Se debe dar al padre el refuerzo de que el poco interés sexual de su mujer no es por falta de amor, ni un rechazo de éste, sino un producto pasajero del proceso del posparto. Es importante que él entienda que el sexo no es la única manera de demostrar amor en estos momentos. Abrazarse, besarse, acariciarse, acompañarse y disfrutar de ese regalo divino que les dio la creación, son otras formas de amarse. Pasar de ser dos a tres no es fácil, requiere mucho ajuste. La madre, por su parte, se sentirá mejor de que su compañero no insistirá en algo que ahora ella no quiere hacer, y trabajará en fortalecer y profundizar su relación en otras formas que sean aceptables. Nada como una cena íntima y unas copas de vino. Y, ¡quién sabe! ¡Quizás ella vuelva a entusiasmarse más pronto!
Pasar de dos a tres no es fácil, toma tiempo. Mientras más ayuda la madre recibe de su compañero, más comprensión y más amor, poco a poco su libido irá aumentando.
Referencias
1. Lawrence R A, Lawrence RM. Breastfeeding: A Guide for the Medical Profession. 6th. Ed. St. Louis: CV Mosby Co. 2005
2. Rivera Alvarado I, Vázquez García V, Dávila Torres RR, Parrilla Rodríguez AM. Exploratory study: breastfeeding knowledge, attitudes towards sexuality and breastfeeding, and disposition towards supporting breastfeeding in future Puerto Rican male parents. P R Health Sci J. 2006;25:337-41
3. Rowland M, Foxcroft L, Hopman WM, Patel R. Breastfeeding and sexuality immediately post partum. Can Fam Physician. 2005 Oct;51:1366-7.
4.Stuart-Macadam P, Dettwyler K. Eds. Breastfeeding – Biocultural Perspectives. New York: Aldine de Gruyer. 1995
Ana M. Parrilla Rodríguez, MD, MPH, FABM
José J. Gorrín Peralta, MD, MPH, FACOG, FABM
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