martes, 28 de septiembre de 2010

Testimonio. Ver nacer a tres bebés y luchar para darles lo mejor.

“Lo que para cualquier mujer de este mundo es el día más feliz de su vida, para mí, se convirtió en el inicio de un periodo de dolor y sufrimiento para el que no estaba preparada, creo que nadie lo estaría.

“¿La cesárea hoy?, todo fue una locura en ese momento, los bebes necesitaban más tiempo, para crecer, madurar, comencé a llorar y pedí ver a mi madre, solo ella podía entender lo que me estaba pasando”

“No pueden imaginar lo que es un bebe de 800 grs, no pude contenerme y empecé a llorar desesperadamente. Mi pequeña princesa, la que había imaginado, no existía, a cambio tenía allí en una incubadora casi a un feto algo desarrollado, era piel y huesos… Y a partir de ese día, empezó mi camino de piedras”

“La neonatologa de la UVI, sería muy buena como doctora pero en relaciones humanas se la llevaba la mierda. Mi leche no venia, y ella me presionaba porque tenía que darle leche a los peques, yo lo sabía, durante una semana, mientras no podía ver a los bebes, me pegaba a una maquina que estimulaba mis senos, era una sala de lactancia, veía a las demás mamas, que dejaban litros de leche para sus niños, y yo no lograba sacar nada”
Margarita de la Parra

Si para muchas familias el nacimiento y la crianza de los primeros meses de un solo hijo se convierte en un proceso difícil y alejado de las expectativas, imaginémonos cómo se vivirá cuando se tienen trillizos prematuros.

Margarita de la Parra, madre y aficionada a la escritura de quien ya hemos publicado estos textos, nos envía su relato sincero y emotivo sobre el nacimiento y primeros días con sus hijos, 2 niños y una niña: Ale, JuanPa y Andrea.

Fue hace 9 años en Venezuela, aunque ahora residen en España, pero es un testimonio universal de enfrentarse a una realidad no deseada ni esperada, de separación, de lucha por una lactancia que fracasa, de bancos de leche, de necesidades emocionales y asesoramiento no cubierto, de burocracia fría, de vivencia de la muerte temprana, de entrega, de superación, y sobre todo, de amor.

Afortunadamente, en esta década han mejorado los protocolos de prematuros en muchos hospitales a lo largo del mundo y se está extendiendo el Método Madre Canguro -el contacto piel con piel del bebé con los padres-, una política de puertas más abiertas en neonatología y un mejor apoyo práctico y humano en la lactancia en prematuros, los casos más difíciles (1 y 2).

La historia de Margarita es cada vez más frecuente porque los partos múltiples en España han aumentado un 70% en los últimos 8 años y además, en la actualidad “de cada 100 niños que nacen diez son prematuros y dos muy prematuros“. Por ello es un buen testimonio para padres en situaciones similares.

Para todos ellos, también recomendamos la lectura de alguno de estos libros y ampliamos bibliografía abajo.

Así vivió Margarita de la Parra la llegada de sus trillizos:

VER NACER A TRES BEBÉS

Lo que para cualquier mujer de este mundo es el día más feliz de su vida, para mí, se convirtió en el inicio de un periodo de dolor y sufrimiento para el que no estaba preparada, creo que nadie lo estaría. Quitando lo difícil y riesgoso del embarazo, como toda futura mama, imaginaba como serían mis tres preciosos bebes.

Desde el segundo mes de embarazo ya tenían nombre y podíamos ubicarlos en la barriga por su posición. Dos semanas antes de que se me adelantara el parto, era la semana 33, los peques pesaban, Ale cerca de 2 Kilos, y Andrea y JuanPa cerca del Kilo y medio.

El jueves de la semana 34, llegue a la consulta del doctor como cada semana para mi revisión, la enfermera me puso esos aparatos para revisar el movimiento cardíaco de los peques y me pregunto: ¿Marga, no tienes dolores?, le dije: no, siento que los bebes se me ponen en el centro de la barriga por momentos, pero no tengo dolor…. Ella dijo: Tienes contracciones cada 5 minutos, estás en trabajo de parto. Entró Luis, mi doctor y al hacerme el tacto me dijo: Marga, tienes 2 cm de dilatación, debemos hacerte la cesárea hoy.

Arístides, el otro doctor, como en cada consulta, reviso como estaban los peques y resulto que según los cálculos que hizo, Andrea no estaba en Kilo y medio, parecía que no llegaba al Kilo.

¿Hoy?, todo fue una locura en ese momento, los bebes necesitaban más tiempo, para crecer, madurar, comencé a llorar y pedí ver a mi madre, solo ella podía entender lo que me estaba pasando. No, no, no quería que nacieran aun, pero era lo que tenía que ser.

Jueves 25 de Enero de 2001, sobre las 8, dos niños y una niña nacieron, recuerdo que Luis, me mostró a Juanpa cuando salió de la barriga, no pude ver a los otros, los neonatólogos estaban muy preocupados por los peques y pidieron a Luis que se los entregara inmediatamente.

Luego dormí, luego los dolores de la cesárea, tenían información de los peques pero fue hasta el sábado que pude verlos, me llevaron en silla de ruedas, no era capaz de caminar de los dolores que tenia del corte.

Primero vi a Ale, peso 2 Kilos, tuvo deficiencia respiratoria, tenía un aparato que le cubría la cabeza para poder respirar, luego vi a Juanpa, 1,5 Kg, estaba bien, luego vi a Andrea, pesaba 800 grs. No pueden imaginar lo que es un bebe de 800 grs, no pude contenerme y empecé a llorar desesperadamente, mi pequeña princesa, la que había imaginado, no existía, a cambio tenía allí en una incubadora casi a un feto algo desarrollado, era piel y huesos… Y a partir de ese día, empezó mi camino de piedras.

Me fui a casa el Lunes, sola, los peques debían quedarse en la terapia, tenía que empezar el proceso de estimular la bajada de la leche, así que al llegar a casa, solo había tres cunas vacías, y empecé a usar el Tira leche para poder amamantar a los peques.

Al día siguiente, por supuesto tenía reposo médico, debía estar en cama, ¿cómo con mis tres peques en el hospital?. Cogí mi coche y me fui a la clínica, lo hice diariamente durante 39 días, si, 39 días hasta tener a mis peques en casa.

La neonatóloga de la UVI, sería muy buena como doctora pero en relaciones humanas se la llevaba la mierda. Mi leche no venia, y ella me presionaba porque tenía que darle leche a los peques, yo lo sabía, durante una semana, mientras no podía ver a los bebes, me pegaba a una maquina que estimulaba mis senos, era una sala de lactancia, veía a las demás mamas, que dejaban litros de leche para sus niños, y yo no lograba sacar nada.

La neonatologa me volvía loca, presionándome cada día, llegue a echar sangre por mis pezones, se rompieron completamente y no salió ni una gota de leche.

Ale se fue a casa a los 9 días, y a los 11 Juanpa, estaban bien, ahora tenía que dividir mi tiempo entre estar con ellos en la casa y estar con Andrea en el hospital, era más importante estar con Andrea, ella me necesitaba más.

Andrea empezó a alimentarse de leche de otra madre, había otros niños en terapia, así que le robaban leche a una de las madres para darle a Andrea, ya que mi leche nunca llego. Pero de pronto tuvo un problema estomacal y regreso al suero, había ganado peso, ya estaba en 1,1 Kgr, volvió a bajar a 900 Grs, cada día entraba a terapia, y a través de unos huecos podía tocarla y acariciarla, le cantaba, le hablaba, y luego le lleve música. Salía de la sala de terapia y me encerraba en el baño a llorar como quien llora la muerte, luego ya no me encerraba en el baño.

Durante ese tiempo, nacieron unos mellizos, 1 varón 500 Grs, y una niña 500 Grs, las madres pasábamos el día juntas allí…. Andrea tuvo ictericia, un día llegue a verla y tenía un antifaz negro que cubría su cara, era tan pequeña…

Una tarde, todo era correr en la terapia, entraban doctores y salían, no nos dejaban entrar, no sabíamos que estaba pasando. Mal, la nena de 500 Grs, había muerto, el sentimiento es tan absurdo, como entristecerte por la otra madre y sentirte feliz porque no fue tu niña quien murió, Dios, ¿qué injusto no?.

Así pasaba mis días, por las mañanas un ratito con Ale y Juanpa, luego a la clínica, estar todo el dia en una escalera sentada con el resto de las madres. Entraba a ver a la nena cada vez que podía, bien, Andrea le dio anemia, yo no podía darle sangre por mi estado así que Juan le dio sangre, superada la anemia, tenía que ganar peso, pasados los 30 días, Andrea estaba en 1,4 Kgrs.

Nunca olvidare ese día, llegue a la clínica y la enfermera me dijo que podía sacar a Andrea de la incubadora y cargarla, no habrá, nunca en mi vida, un momento tan feliz, cuando después de 30 días, pude cargar a mi pequeñita princesa, sentí que el mundo se detenía, todo quedo en silencio, todo dejo de moverse, éramos ella y yo, podía sentir el latir de mi corazón mientras acariciaba su cuerpo entre mis brazos.

Luego de 39 dias, llegue a casa con Andrea, ya estaban los tres, y hoy, aun están…..

Margarita de la Parra



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